Reportaje | De Ferrolterra a Senegal: un viaje de 4.000 kilómetros para cuidar sonrisas

Reportaje | De Ferrolterra a Senegal: un viaje de 4.000 kilómetros para cuidar sonrisas
El odontólogo Ricardo Álvarez –en primer plano– realizando una intervención a una mujer con la asistencia de Dori Martínez | clara lelarge

Para muchos, acudir al dentista sigue siendo una tortura hoy en día. Para otros, un lujo inalcanzable. Es por esto último que la ONG Ecodesarrollo Gaia llevó a cabo el pasado mes de julio la iniciativa Coruña Cura Odontológico, un programa desarrollado en Senegal que se integra dentro del plan global de desarrollo local sostenible de la entidad.
Ricardo Álvarez, dentista vecino de Valdoviño, Dorinda Martínez, higienista dental y Francisco Casteleiro, enfermero –estos dos últimos residentes en Neda, trabajadores en el ambulatorio de Ferrol y pareja de recién casados que decidieron celebrar su luna de miel en esta causa– son tres de los cinco voluntarios que formaron parte del equipo de expertos que viajó a la localidad de Yoff-Tonghor. Junto a ellos, los dentistas coruñeses María Caamaño –sanitaria en el centro de salud de Pontedeume– y Juan Liñares completaron el personal que proporcionó asistencia a 950 personas en dos semanas de intenso trabajo.
“Hicimos una media de más de 30 pacientes por día. Yo a alguno, en la misma sesión, le hice siete extracciones. En España, en la Seguridad Social, igual también atiendes a una treintena de personas pero algunas son solo para recetar... Allí había gente que, una vez que se enteraron de que estábamos, hacía 100 kilómetros para venir y esa distancia allí no es equivalente a ir desde Ferrol a Santiago. Y todo esto sumado a que tuviesen que esperar toda la mañana, con el calor de África... Procurabas agilizar el proceso y hacer el máximo de intervenciones para que no tuviesen que quedarse a dormir allí hasta el día siguiente”, explica Álvarez.
La idea de embarcarse en este proyecto ya rondaba la cabeza de este dentista y cuando se presentó la oportunidad no lo dudó ni un instante. “Primero me mandaron un mensaje del Sergas pidiendo dinero para una maletín odontológico y luego que también les hacía falta gente, entonces me lancé”, comenta, al mismo tiempo que indica que en algún que otro momento los días se le hacían un poco cuesta arriba.
“Empezábamos a las nueve de la mañana y hasta las tres de la tarde no salíamos. Terminabas muy reventado, con todo agarrotado. Porque allí no había sillones reclinables ni nada; habilitamos unos caballetes y unos tableros a modo de camillas. Al terminar había días que decías ‘yo tengo que volver, no aguanto más’. Pero una vez que te duchabas, comías, paseabas por el pueblo y veías a la gente, le dabas el valor a lo que estabas haciendo”, explica el dentista, que cuenta con una clínica en Valdoviño.
La sensación de impotencia y de no poder abarcar todo lo que uno quiere también sacudió en algún que otro momento a Ricardo Álvarez. “Veías las colas y te preguntabas, ¿pero realmente estoy haciendo algo? Pero luego pensabas que si por lo menos a algunos le aliviamos el dolor ya aportamos nuestro granito de arena”, indica. Extracciones en su mayoría, y algún que otro empaste, fueron las intervenciones que más repitieron Álvarez y sus colegas, exceptuando a Francisco Casteleiro, que al ser enfermero también se dedicó a curar a algunos pacientes. “Le veías hacer cosas que aquí son un poco impensables. Por ejemplo un chico pescador que traía los dedos de la mano colgando y le pedía que se los quitara para poder trabajar”, comenta.
La gratitud es uno de los valores que más destaca el dentista de la población senegalesa. “Incluso íbamos por la calle y la gente nos daba abrazos... Había una sensación de seguridad tremenda. A pesar de la pobreza, tienen su vida relajada y no sufren ese estrés que tenemos nosotros”, asegura.
Por todo esto, y con la necesidad todavía de madurar todo lo vivido, Ricardo Álvarez desearía volver a África. “Me gustaría ir con la familia, sobre todo para que mis hijos vean otra sociedad; que no todo el mundo vive en un mundo consumista como el nuestro”, asegura.

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