Navantia aspira a consolidar una cartera de 11.000 millones en el periodo 2018-2022

Navantia aspira a consolidar una cartera  de 11.000 millones en el periodo 2018-2022

Navantia aspira a consolidar en el periodo 2018-2022 una cartera de negocio de 11.000 millones de euros, según las previsiones que maneja el grupo público. Las expectativas se centran tanto en la demanda nacional como internacional, en la que la compañía ha visto reforzadas sus opciones a través de los contratos con Noruega y Australia principalmente, pero también con Turquía, ya en marcha, y el más que previsible de Arabia Saudí, cuyo acuerdo para la construcción de cinco corbetas continúa a expensas de “temas pendientes” que se están resolviendo de forma continuada tanto en Madrid como en Riad.
Las previsiones del grupo toman como referencia, según fuentes de la compañía pública, una realidad cada vez más tangible. Y es que el mercado nacional, hasta hace cinco lustros dependiente casi exclusivamente de la demanda interna de la Armada Española, está lejos de paliar la crisis de subactividad de los astilleros La compañía tiene fundadas esperanzas en consolidar el próximo lustro de actividad con un radical cambio de estrategia que, al margen del exportador en tecnología, conlleva una adecuación tanto de las plantas de producción como de su plantilla principal.
Que la posibilidad de construir buques en los astilleros nacionales para el exterior es cada vez más lejana lo constata el hecho de que, solo entre 2005 y 2010, este tipo de actuaciones ha descendido en un 40 por ciento y que, desde hace seis años, más de las dos terceras partes de la contratación implica la exportación con componentes de construcción local.
En el este plano se halla por ejemplo el acuerdo para la construcción en Turquía de un TLPD –similar al “Juan Carlos I” nacional– bajo el diseño y asesoramiento de técnicos y profesionales del astillero ferrolano, o el que se asume con idénticos cometidos con Australia o Noruega en cuanto a los contratos ya ejecutados en su día. 
Lo cierto es que en el panorama internacional han aparecido nuevos jugadores. Si Corea del Sur y Japón determinaron desde la década de los años 90 del siglo pasado la crisis de construcción naval civil convencional a gran escala, con niveles de competitividad muy por encima de los grandes astilleros europeos, tanto el primero como la imparable China se han configurado también ahora como grandes competidores en el plano militar. 
El modelo de contratación, sin embargo, ha cambiado. Navantia confía en que su capacidad tecnológica, que se ha visto demostrada precisamente por el elevado grado de satisfacción en el desarrollo y ejecución de los programas  de Noruega y Australia, principalmente, constituya la diferencia y, en consecuencia, una verdadera oportunidad de negocio.
En pocas palabras, la obra de estructura propiamente dicha será menor cada vez en el país a cambio de la transferencia de tecnología y experiencia. Si los astilleros públicos, especialmente el de Ferrol, tienen definido su futuro en lo que a actividad propiamente dicha se refiere es gracias al programa de construcción de las nuevas fragatas para la Armada Española, reforzada en buena parte por la necesidad de dar continuidad a los buques de acción marítima (BAM), que se han configurado como una de las ofertas más competitivas de la compañía.
De hecho, las cinco F-110 programadas aportarían una carga de trabajo estable para los astilleros gallegos durante los próximos diez años. El proyecto, sin embargo, continúa a la espera de las últimas definiciones y requisitos del contratista: el Ministerio de Defensa.
Volviendo al exterior, el plan de empresa tiene fundadas esperanzas en Australia, no solo por el hecho de que las construcciones anteriores hayan sentado las bases de un diálogo próximo entre las partes sino sobre todo porque el Gobierno de Sidney y su Armada han podido constatar el grado de eficacia de los productos y la elevada capacidad de optimización de Navantia en cuanto a los programas de asesoramiento y mantenimiento.
El proyecto australiano SAE 5000 resume en buena parte los contenidos precedentes. Se trata del que sería el mayor encargo de una Armada extranjera a España. Valorado en 25.000 millones de euros, el programa constructivo de nueve fragatas se desarrollará íntegramente en los astilleros australes. Para la dirección del grupo, es por esta razón que es “clave demostrar nuestra capacidad en Australia y ser el diseñador de la marina australiana”, una vez que dicho país tiene pruebas fehacientes de la competitividad española con la construcción del AOR en Ferrol y el destructor AWD, que se desarrolla en el país austral. 
La acción comercial de Navantia se dirige también a la exploración de oportunidades en mercados como los de Canadá o India l

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