Muere Secundino Rivera, el artista mañonés que triunfó en Venezuela

Muere Secundino Rivera, el artista mañonés que triunfó en Venezuela
21 octubre 2012 página 6 a coruña.- la galería arte imagen inauguró ayer su nueva exposición, el color de la luz, de la que es autor secundino rivera

El pasado fin de semana falleció en Madrid el pintor y escultor Secundino Rivera (O Barqueiro, 1932). El gran creador, que deja una mujer y una hija adolescente, fue incinerado en la capital española y a las siete de la tarde de hoy sus cenizas serán llevadas al cementerio de Santa María de Mogor, en O Barqueiro, su localidad natal, donde descansan los restos de su familia.
En los últimos años el artista alternaba su residencia venezolana, entre Caracas y La Gran Sabana, con el pueblo madrileño de Olmeda de las Fuentes en la que incluso tenía una calle, hecho que no sucede con su propia localidad natal. En O Barqueiro tenía como residencia un viejo molino rehabilitado del que hacía su taller. “Qué curioso –comentó en cierta ocasión–, este molino lo destrocé en mi infancia, quitando madera para hacer carrilanas y hoy es mi casa y mi taller”.
Uno de sus buenos amigos en O Barqueiro fue el escritor Hixinio Puentes, que ayer lo recordaba así: “Era uha persoa con moito ímpetu, con moita forza. O trato con el era moi afable. Era unha persoa a quen lle gustaba socializar con todo o mundo. En Venezuela e Brasil levou unha vida aventureira, pero ante todo era un gran artista, moi bo debuxante e escultor. Secundino é un dos grandes pintores venezolanos, aínda que fose do Barqueiro”

Hacia otros mundos
Hijo de un albañil fusilado en Ferrol tras el alzamiento franquista, este hecho marcó su vida y sus creencias ideológicas. Su madre y su tía cuidaron de él y de sus dos hermanos menores yendo a mariscar. En su infancia descubre su fascinación por el dibujo y la pintura. Tras un conflictivo servicio militar, Rivera trabaja una temporada en una empresa maderera tras lo que decide marchar a Venezuela en 1955. En Caracas comienza ganándose la vida en restaurantes, recupera su afición infantil con trabajos de pintura y diseño de carteles. En 1960 ingresa en la Escuela El Bosque, fundada y dirigida por los pintores españoles Francisco San José y Pilar Aranda. Allí realiza su formación tardía pero intensa y comienza a exponer. A mediados de los años 60 regresa a Europa iniciando una itinerancia artística y geográfica con sus vértices en Venezuela, Madrid y O Barqueiro.
Tras exponer en la capital de España marcha a París en 1966, donde continúa sus estudios en las escuelas de Beaux Arts y de La Ville de París. En el Museo del Louvre trabaja durante varios años realizando copias de pinturas de artistas del Renacimiento y el Barroco. Paralelamente frecuenta la localidad madrileña de Olmeda de las Fuentes donde tiene estudio su maestro Francisco San José y donde conoce a los pintores Luis García-Ochoa y Álvaro Delgado, ambos pertenecientes al grupo de la Escuela de Madrid, junto con Benjamín Palencia, el gran referente pictórico de Rivera.

nuevas técnicas
En los años 70 su actividad explota. Comienza a exponer tanto en Venezuela como en Europa (Francia, España, Italia, Alemania), da clases y su arte pasa por varias etapas. Técnicamente realiza óleos, acuarelas, grabados en temáticas en las que destaca el paisaje y la luz venezolana, con abundantes marinas y retratos. De la pintura se abre con éxito a la escultura y así, a comienzos de los años 90 pone en marcha un taller de fundición en bronce, en Valle Fresco, considerado el más importante del país. Allí funde sus propias obras y las de otros artistas como José Luis Cuevas, Fernando de Szyszlo y réplicas de Fernando Botero para el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas.

vuelta a las raíces
Con el siglo XXI Rivera estrecha sus raíces y rehabilita un viejo molino de viento situado en la parte alta de O Barqueiro, del que hace su residencia ocasional y estudio. Expone en buena parte de los concellos de Ferrolterra (Ferrol, Cedeira, Ortigueira, etc.) así como Culleredo, Lugo, Ourense o A Coruña, ciudad a la que estuvo a punto de irse a vivir aunque finalmente fijó su residencia en Olmedo de las Fuentes. Aún así Galicia siempre estuvo presente en su trabajo y localidades como Monforte de Lemos tienen en sus calles hasta tres esculturas del maestro mañonés, entre ellas un busto dedicado a Pablo Iglesias.
Una curiosidad física llamaba la atención en Rivera: tenía un ojo azul y otro marrón, y fue precisamente la vista la que comenzó a darle problemas hasta que se le detectó un cáncer que el sábado acabó definitivamente con su vida cuando los proyectos y la capacidad de llevarlos a cabo no le faltaban. 

Muere Secundino Rivera, el artista mañonés que triunfó en Venezuela

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