Ferrol quitó el busto de Franco del Concello 27 años antes de la Ley de Memoria Histórica

Ferrol se adelantó en 27 años a la Ley de Memoria Histórica (de diciembre de 2007) con la decisión, urgente y unánime, del gobierno del socialista Jaime Quintanilla Ulla de retirar el busto del dictador Francisco Franco de la fachada del palacio consistorial y sustituirlo por el del Jefe del Estado, que en ese momento ya era el rey Juan Carlos I. Fue el 2 de enero de 1980 y el acuerdo se tomó en la Comisión Municipal Permanente (equivaldría a la Xunta de Goberno actual), a petición del departamento de Cultura. Y no solo se votó la retirada de la cabeza, sino que se aprobó también la eliminación de los escudos nacionales de las dependencias municipales, “quedando solamente el escudo real, que es el que en la actualidad rige, en tanto la Ley Orgánica no defina el escudo de España”. Este último punto suscitó dudas sobre qué elementos se debían incluir y se acordó consultarlo. Tanto se demoró la consulta que la vidriera con el águila franquista que había en las escaleras principales del Concello no se sustituyó por el emblema de Ferrol hasta octubre de 2007. En esas fechas, con el gobierno bipartito de PSOE e IU, se quitaba también el de la biblioteca de la plaza de España aunque tiempo atrás, en 2004, ya desaparecía el escudo franquista de un edificio tan emblemático como el de la sede de la Fundación Caixa Galicia, justo cuando estaban en su fase final las obras de rehabilitación. Otras construcciones fueron deshaciéndose de este vestigio del pasado aunque todavía luce en algunos espacios como el edificio de Aduanas.
El busto de Franco del Concello sufrió sus vicisitudes antes de ser arrumbado en un almacén del Torrente Ballester. Era un codiciado bien para nostálgicos –hasta 400.000 pesetas llegó a ofrecer por él un particular de Valladolid– y Fuerza Nueva lo secuestró pocos meses después de su retirada, en 1980. Se lo pidieron al alcalde Quintanilla para presidir un mitin de Fuerza Nueva, con Blas Piñar, en el teatro Jofre, y el entonces alcalde se lo dejó de buen grado. Pero el busto no volvió y hubo que recurrir a la Policía para intentar recuperarlo, a lo que este partido de ultraderecha se negaba. Su condición para devolverlo era que la ilustre cabeza ocupase “un lugar digno” y no “arrinconado, debajo de una mesa, con papeles y trastos, en cualquier dependencia municipal”. Querían para Franco un lugar de honor en un futuro museo de la ciudad o en una peana en el propio palacio municipal. La representante ferrolana de ese partido advertía en la edición de El Ideal Gallego, preocupada, sobre un futuro apocalíptico: “Se advierte un claro revanchismo, que se inició con el intento de cambio de nombre de la ciudad (...) y, sin ánimo de ser futuristas, puede llevar al intento de cambio de nombres de calles y avenidas”.
El cambio de nombre de la urbe (que había pasado a ser del Caudillo en 1938) se intentó sin éxito en 1979. No hubo quórum para la votación, ante el regocijo del numeroso público que aplaudió el fracaso de esta tentativa de los partidos de izquierda. Se logró por fin en 1982, en un pleno tenso con doscientas personas y en el que hubo tres votos en contra (dos de Coalición Democrática y uno de UCD) y dos abstenciones (además de un edil que no se presentó). Se contaron 17 votos a favor. A pesar del cambio, todavía hay en cartografía, documentos oficiales, medios de comunicación estatales e incluso plataformas tecnológicas muy posteriores una irritante querencia por anteponer el artículo “el” a Ferrol.

estatuas decapitadas
La eliminación de la simbología franquista de la ciudad no siempre ha ido acompañada por la solemnidad y legalidad plenaria. Las estatutas de Franco fueron atacadas de múltiples formas. La ubicada en San Mateo, una de las primeras que se erigieron en España en honor del dictador, ya sufrió mutilaciones en 1979, cuando se le rompió el brazo derecho. En 2003, Nós-UP reivindicó su decapitación, a manos de encapuchados, dentro de una campaña para eliminar los símbolos franquistas de Galicia que se recordará por el llamativo color rosa con el que amanecían sus objetivos. No se libró del colorido la estatua ecuestre de Franco de la plaza de España –desahuciada en julio de 2002 hacia el patio de Herrerías y a partir de 2010 oculta al público y a la que se había puesto incluso una bomba– o la Cruz de los Caídos de Amboage –retirada también en 2010 en una reforma–.

títulos honoríficos
También costó quitarle a Franco los títulos con los que lo premiaba su ciudad natal: alcalde honorífico, hijo predilecto y Medalla de Oro, ni más ni menos. En noviembre de 2007, treinta años después de su muerte, los mantenía. Fue en 2008 cuando el BNG presentó una moción en el pleno para la retirada de las distinciones y títulos honorarios a Franco y a su familia. En aquella ocasión IF y el PP se abstuvieron. También se instaba a modificar los nombres de centros de enseñanza como el Marqués de Suanzes y el Ibáñez Martín y, aunque este cambio no se hizo de inmediato, ahora son el IES Ferrolterra y el CEIP Recimil.
Otros municipios fueron retirando paulatinamente los honores a Franco con el paso de los años. El más reciente fue el de San Sadurniño, en septiembre pasado.

camilo alonso y el rey
Los bustos han vuelto a dar que hablar después del traslado de una escultura del exministro franquista Camilo Alonso Vega de un almacén municipal al Torrente, para engrosar el patrimonio local. Se intentó su exhibición durante unos días por parte de la concejalía de Patrimonio pero rápidamente el gobierno corrigió la situación y, en menos de 24 horas, lo escondió. Y por el camino se dejó caer que se iba a retirar la efigie de Juan Carlos I que había colocado Quintanilla en el lugar de Franco, en la fachada del Concello, puesto que ya no era Jefe del Estado. Se hará en el plazo de un mes y no se va a ubicar a ninguna otra personalidad en su lugar. Queda por saber si el tema se tratará en comisión con los demás grupos o si será, como en 1980, una decisión del gobierno.