Fallece José Tojeiro, autor de la célebre frase "droja en el Cola Cao"

“Me echaron droja en el Cola Cao, porque dormí un montón de horas y yo no duermo tanto” y  “fueron tres prestitutas”, son algunas de las frases que hicieron que el vecino de Cariño José Tojeiro dejase el anonimato y pasase a ser un hombre célebre. Ocurrió en el año 1993, en el ya desaparecido programa de crónica negra “Código Uno”, que presentaba el escritor y académico de la Lengua Arturo Pérez-Reverte.
A pesar de que para el protagonista no supuso ningún cambio en su vida, sus frases, principalmente la de la “droja en el Cola Cao”, hizo historia. De ello dan muestra las más de 900 entradas de Google para ver el vídeo con sus manifestaciones o el tema que popularizó el grupo musical “Def Con Dos”.
Pese a ello, José Tojeiro murió a los 80 años en el anonimato –este periódico se enteró ayer e hizo que el deceso saliese a la luz–. Ocurrió el pasado miércoles por la noche en el Hospital Naval de Ferrol, al que había sido trasladado desde la Residencia de las Hermanas de los Ancianos Desamparados de Piñeiros, en Narón, en la que pasó los últimos años de su vida
El jueves fue velado e incinerado en el tanatorio Artabria y su única hija recogió las cenizas para trasladarlas a su lugar de origen, en Cariño, según informó a este diario una de las hermanitas de la Residencia de Piñeiros.
En una entrevista concedida en abril de 2013 a DF, José Tojeiro rememoró aquella historia que lo hizo tan popular y entrañable, la de tres jóvenes “prestitutas”, como él las llamaba, que, bajo la tapadera de vender ropa por las casas, ofrecían otro tipo de servicios a domicilio y que se aprovecharon de él, robándole cerca de cuatro millones de pesetas que había logrado ahorrar tras su estancia en Suiza como emigrante.
Con pelos y señales, Tojeiro relató que, mientras una de ellas se metía con él en la cama –eran tres pero hacían las visitas en pareja–, la otra rebuscaba por toda la casa donde estaba el dinero. Él no se enteró hasta casi el final, y aquí es donde entra el Cola Cao, porque cree que le suministraban alguna droga con la bebida que lo hacía dormir más de lo habitual.
Cuando descubrió la desaparición del dinero –primero pensó que se lo robaba su esposa, de la que estaba en trámites de separación– y sospechó de sus “amigas”, les tendió una trampa. Debajo de una muñeca en la que había escondido el dinero metió un sobre con un fajo de recortes de papel de periódico.
En la siguiente visita de las “vendedoras de ropa a domicilio”, siguieron el mismo “protocolo” que en las anteriores, pero la chica que quedó merodeando por la casa entró de repente en el dormitorio y le indicó a su compañera que se tenían que marchar de inmediato. Fue entonces cuando Tojeiro supo realmente quienes eran las ladronas y, consecuentemente, retiró la denuncia que había formulado contra su esposa y dirigió la acusación contra ellas.
A modo de prueba y para que los agentes de la Guardia Civil orientaran las pesquisas para identificar a las ladronas, acompañó la denuncia de una serie de fotografías que les había hecho con su cámara Polaroid ligeritas de ropa, “o sin nada, como yo quería”, dijo riendo, aprovechando las visitas a su domicilio.
Sobre su estancia en la residencia de Piñeiros, José Tojeiro manifestó durante la entrevista realizada por este diario hace dos años que era “un sitio de los mejores que hay”, aunque a él le hubiese gustado volver de vez en cuando a su casa de Cariño.
En concreto, se mostraba preocupado por el estado de su finca de árboles frutales y también por el destino, que no tenía muy controlado, de sus dos pensiones, la de Suiza y la España.

 

 

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