Una década desde la apertura del auditorio y casi otra más del inicio de las obras

Una década desde la apertura del auditorio y casi otra más del inicio de las obras
La infraestructura situada en Caranza abrió las puertas para celebrar las pepitas de 2014, y este año cumplirá diez de actividad | jorge meis

El 15 de marzo del año 2014 abría sus puertas al público el auditorio municipal, en el barrio de Caranza, como contenedor cultural, con la celebración de la fiesta de las Pepitas en su primer evento y como infraestructura novedosa que complementaría al Conservatorio, y por la que los ciudadanos esperaron casi una década.


Nueve años desde la primera piedra, en enero de 2005, y un horizonte constructivo por delante de dos años de obras para contar con este espacio cultural para la ciudad. Curiosamente para su   inauguración, por aquel entonces,  se dieron cita, como podrían hacerlo hoy en un acto oficial, José Manuel Rey Varela, que ostentaba entonces la Alcaldía en su primer mandato, y Alfonso Rueda, que en 2014 era vicepresidente de la Xunta y presidió el evento.


Pero hasta llegar a la apertura de este edificio que vendría casi a duplicar las plazas para actividades de esta índole de las que hasta entonces disponía la ciudad con el teatro Jofre, la construcción de ese inmueble se hizo no solo interminable, sino llena de mil y una vicisitudes, que no parecían llegar a su fin.


La obra fue adjudicada a través de un concurso de arquitectura de la Consellería de Política Territorial y presupuestada en 7,8 millones de euros –sin incluir la urbanización del entorno ni el estacionamiento–. Se presentaba entonces como un edificio que humanizaría la zona y la convertiría, a la orilla del mar, en un espacio acogedor y lleno de vida.


Nada hacía presagiar que esa cuantía económica no llegaría ni para ejecutar la mitad de la obra ni que los dos años previstos se cuadriplicarían hasta su conclusión.


Las instalaciones, de 7.000 metros cuadrados y una capacidad para 900 espectadores, fueron en su inauguración muy bien acogidas por el público que recorrió las instalaciones en un “tour” para conocer esa estructura de cajas, con muchos paneles de madera, que tanto había costado sacar adelante y que tan “moderna” suponía para el momento. Nadie veía en ese entorno ya el antiguo matadero que se levantó allí hace tiempo.


No se trató de la dificultad de ejecución, sino de una mala planificación lo que llevó a que la obra se paralizase en el mandato siguiente de la primera piedra, por el gobierno bipartito PSdeG-BNG en la Xunta, bajo el argumento de que el coste era superior al previsto y de que existían irregularidades en el proyecto. Con la llegada de Feijóo al ejecutivo, se retomó la obra, que pudo concluirse con una diferencia presupuestaria y de tiempo invertido impensable en el momento del inicio.


Aun con el sobrecoste de la actuación, el auditorio se remató en 2011, pero entonces no pudo abrir todavía sus puertas por carecer de “contenido”. Fue en 2013 cuando se adjudicó la dotación del equipamiento técnico y escénico del auditorio de Ferrol, que rondó casi el millón de euros y que fue ampliado con inversiones de otras administraciones.


Adecuar la zona de aparcamiento delantera, para complementar el parking que el Auditorio compartía con el Conservatorio, todavía hizo que la conclusión final de este espacio cultural siguiese coleando.


Una década después, es una referencia para la actividad de la ciudad y atrás queda el largo proceso vivido. l

Una década desde la apertura del auditorio y casi otra más del inicio de las obras

Te puede interesar