Crónica | “No existe condena suficiente para lo sucedido, pero sí un juicio en el cual se diga la verdad valorándose todo”

Crónica | “No existe condena suficiente para lo sucedido, pero sí un juicio en el cual se diga la verdad valorándose todo”

Para Marta Sequeiro, nada podía llevarle a suponer que el hombre al que había intentado echar en repetidas ocasiones del establecimiento hostelero que atendía en la madrugada del 25 de abril de 2016 acabaría brutalmente con su vida. Víctor Timiraos, que regenteaba una cafetería muy próxima, la había cerrado esa tarde sobre las cinco para dirigirse al bar Bonky, muy cerca del establecimiento que regentaba. Estuvo bebiendo durante unas tres horas y, con posterioridad, visitó otros bares de la calle Nueva de Caranza, en donde continuó haciéndolo.
El alcohol y el consumo de medicamentos podrían haberlo llevado directamente a casa, pero regresó al Bonky ya entrada la noche, en donde siguió consumiendo y jugando en la máquina tragaperras.
A las tres de la madrugada, pese a la insistencia de Marta Sequeiro, Timiraos continuaba como único cliente. Dos horas más tarde se produjo una discusión derivada seguramente de la insistencia de la víctima. A partir de ese momento, Victor Timiraos solo “recuerda haber visto un cuchillo para cortar limones y verse ensangrentado en el exterior del local”.
Sobre el suelo del Bonky yacía ya Marta Sequeiro bajo un reguero de sangre procedente de las 64 puñaladas que el forense dictaminó que había recibido.
Víctor Timiraos cumple hoy, en la cárcel de A Lama, una condena de 21 años por asesinato con alevosía y ensañamiento, tal y como dictaminó el tribunal de la Sección Primera da la Audiencia Provincial de A Coruña el 12 de abril último tras un veredicto condenatorio por parte del jurado popular que valoró los hechos.
Desde entonces, de Víctor Timiraos solo se ha sabido que su defensa presentó recurso de apelación contra la sentencia. Hasta ahora, el asesino confeso no se había pronunciado más allá de sus declaraciones ante su por entonces abogada, Marta Rodríguez Ramos, la Policía y los asistentes a la vista pública.
Lo hace ahora, cuando se cumplen casi 17 meses del crimen, desde el penal en el que cumple su condena a través de una carta a la que ha tenido acceso este periódico y en la que no solo se manifiesta conforme con la pena y reconoce implícitamente los hechos, producidos –asegura– por la mezcla de alcohol y el elevado consumo de Aplazoram, un tranquilizante del que “tomaba hasta cinco cajas” y “no una pastilla al día, como se dijo en el juicio”.
“Lo dije y lo diré siempre. Ojalá ese día me hubiera matado yo antes de que pasara eso y llegar a hacer tanto daño a tanas personas”, señala en sus primeras declaraciones públicas tras la sentencia.
La falta de recuerdos sobre los hechos fue uno de los argumentos esgrimidos por el asesino que, sin embargo, reconoce la culpa y deja en parte sin contenido sus declaraciones de entonces. 
“Repito, repito, no existe condena suficiente para lo sucedido, pero sí un juicio en el cual se diga la verdad”, al tiempo que asegura: “No busco una reducción de la condena porque quitarle la vida a otra persona no tiene condena suficiente ni perdón”.
Timaros se refiere en concreto a su abogada defensora. Marta Rodríguez Ramos, una letrada no especializada en Penal que le conocía y que se ofreció a representarlo desde el primer momento pero a la que recusa por no haber presentado pruebas de las que era conocedora relacionadas con su abusivo consumo de alcohol y la ingesta masiva de pastillas tranquilizantes, ni tampoco ningún testigo que hubiese ilustrado al jurado popular sobre el estado en que se encontraba ese día.
La argumentación del tribunal que lo sentenció es más que ilustrativa. Timiraos “causó a la víctima heridas innecesarias y múltiples, que prolongaron su agonía y dolor durante un periodo de tiempo indeterminado”. La magistrada María Teresa Cortizas fue taxativa en su condena del 12 de abril último: “La etiología de la muerte fue especialmente violenta” y “las heridas, todas ellas con evidencias de vitalidad, contribuyeron por su número y naturaleza al shock hemorrágico hipovólico” que le causó la muerte.
Víctor Timiraos fue detenido el 25 de abril de 2016, a las pocas horas de cometido el crimen y sin que, según testimonios de los policías, preguntase tan siquiera por los motivos. Horas antes y poco después del crimen, se había dirigido a casa de su hermana tras ser consciente de lo que había hecho, aunque en su momento alegó que se encontró fuera del local manchado de sangre sin saber qué había sucedido.
Poco después se encontraba ya en su establecimiento, donde fue apresado.
El crimen, precisamente por las circunstancias en que se había cometido, a sangre fría, y por la elevada violencia empleada, fue tipificado inicialmente por el Ministerio Fiscal como un homicidio, un calificativo que para la defensa y las hermanas de la víctima no era consecuente con los hechos probados y que Timiraos ya no podía negar. Quince años solicitaba la acusación pública contra el detenido, frente a los 21 de la acusación particular.
La calificación inicial del fiscal, que motivó en Ferrol y su comarca una amplia contestación pública con continuas manifestaciones de la familia da Marta Sequeiro y un apoyo por parte de entidades públicas y privadas, así como de activistas contra la violencia de género, se vio modificada sin embargo a medida que avanzaba el juicio y caían por tierra los alegatos de su defensa. El cinco de abril de este año, el fiscal ya solicitaba 25 años de cárcel tras una vista en la que los peritos dejaron sin contenido la tesis de la abogada defensora sobre la combinación de alcohol y medicamentos y que este le hubiese llevado a un estado de enajenación mental en el que no era consciente de lo que hacía.
Sin embargo, Timiraos dice desde la cárcel que su abogada no llegó a presentar ninguno de los documentos que tendrían que haber sido tenidos en cuenta por los miembros del jurado y por el propio tribunal que lo condenó.
“Lo que quiero es que se haga público que la abogada que tenía nombrada para mi defensa, Marta María Rodríguez Ramos, me dejó completamente indefenso”, señala. Y añade: “digo esto debido a que no presentó ninguna prueba a mi favor teniéndolas en su poder”.
Sobre su exabogada, insiste: “Me dejó completamente indefenso ante un juicio en el cual soy consciente de que soy culpable, pero que el día de los hechos no era consciente”.
Timiraos se refiere así a informes médicos de su propio historial que, en su opinión, “demuestran mi problema con el alcohol y pastillas”, o que la letrada no hubiera “pedido un extracto de mi tarjeta sanitaria, donde aparece un registro en el cual tomaba hasta cinco cajas de pastillas; no de una pastilla al día como se dijo en el juicio”. Tampoco pidió la letrada “ni un solo testigo, ni uno; todas las personas que fueron a declarar fueron citadas por la acusación”. El asesino confeso redunda en que “ni se molestó en citar a personas que tenían relación habitual conmigo y sabían perfectamente de mi problema (...), personas que sabían que cuando bebía alcohol perdía completamente el control”. Timiraos insiste en que lo único que quiere es “manifestar” su “impotencia a no poder defenderme por culpa del mal asesoramiento de esta abogada”. “¿Por qué? ¿Por qué no se quiso presentar nada de todo esto en el juicio? ¿Qué interés se puede tener para no defenderme?”, se pregunta en las dos hojas manuscritas a las que ha tenido acceso Diario de Ferrol.
Víctor Timiraos insiste en la misiva en la falta de consciencia por su parte a la hora de cometer el crimen. “Se que no sirve de nada, pero vuelvo a pedir perdón por todo lo sucedido a todas las personas que les causé daño. Pero, la verdad es que no era consciente; pienso en ello todos los días y no le encuentro explicación a lo sucedido”.
“Sucedido”. Víctor Timiraos insiste en recurrir a este término para aludir a su crimen. En ningún momento menciona de forma expresa a la víctima. En ningún momento alude a la agresión, aun cuando reconozca que “quitarle la vida a otra persona no tiene condena suficiente ni perdón”.
Timiraos espera ahora el resultado de la apelación presentada, que se centra en revocar la sentencia y repetir el juicio. Su abogada, sin embargo, ya no es Marta Rodríguez. “No tener en mi poder una sentencia  en la cual se reflejen los hechos pero ni un solo motivo de nada” es en lo que basa su recurso. En eso y en las “pruebas” que no se presentaron.
El bufete de abogados que defendió a la víctima, Pérez Lamas y Asociados, impugnó el recurso hace poco más de un mes por considerar que el acusado había contado con todas las garantías legales y procesales. La nueva letrada que ahora representa los intereses del reo argumenta que la motivación del veredicto por parte del tribunal había sido insuficiente, por lo que ha pedido la repetición de la vista oral. l

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