La comarca suma cinco crímenes sin resolver en los últimos 25 años

La comarca suma cinco crímenes 
sin resolver en los últimos 25 años
Una de tantas concentraciones de respulsa por el asesinato de Elisa Abruñedo

En los últimos 25 años se han registrado en la comarca numerosos sucesos, muchos de ellos con resultado de muerte violenta o asesinato. De estos, cinco casos siguen hoy en el recuerdo de muchos, sobre todo de las familias afectadas que, a pesar del paso del tiempo, no olvidan que no solo les han arrebatado a un ser querido sino que no les han dado respuestas sobre lo ocurrido.
El caso más antiguo sin resolver es el asesinato de Amalia Orjales Beceiro, de 67 años. Un delito que ha quedado impune, pues ya hace 25 años que se produjo y la legislación vigente contempla que pasados 20 los crímenes prescriben. La mujer, que vivía sola, apareció muerta en su domicilio. Su cuerpo fue descubierto por un sobrino que acudía normalmente a visitarla. Amalia recibió veinte puñaladas. Las hipótesis que se barajaron entonces, dado el ensañamiento del criminal, fue que la víctima lo conocía. Según las pesquisas iniciales que prevalecieron entonces entre los investigadores que llevaron el caso, el asesino debía tener intención de robar el dinero que la mujer guardaba en casa y, aprovechando la sordera grave que ella padecía, entrar y salir sin que se percatara.
La mujer debió encontrarse con el ladrón y fue entonces cuando recibió los cuchillazos que le costaron la vida. Llamó mucho la atención que, cuando la Policía Local se personó en el domicilio, este estuviera invadido por numerosos vecinos, contaminando la escena del crimen. Finalmente, no se pudieron cotejar las huellas aparecidas en el lugar de los hechos, ya que el asesino se habría manchado con la sangre de la víctima. Finalmente los análisis no arrojaron ningún dato positivo y el asesino logró salir indemne.
Siete años después, el 23 de febrero de 1999, se produjo otro suceso que sigue sin resolverse a día de hoy. El asesinato a tiros del joven de 27 años Miguel Ángel Sánchez Bouza, empleado de una gasolinera de Laraxe, en Cabanas. Las primeras hipótesis apuntaron a un robo que se les fue de las manos a sus autores, que dispararon cinco tiros en total. Aunque los agentes que investigaron el caso encontraron uno de los casquillos del arma de fuego que utilizaron, esto no sirvió para esclarecer el caso, que siguió varías líneas de investigación. Una de ellas, relacionada con la ausencia de la novia del joven, una colombiana que junto a otra amiga desaparecieron misteriosamente. Los hermanos de la víctima se pasaron años luchando para que la investigación no se archivase y cayese en el olvido. En 2010 incluso lograron que el Ministerio de Interior se comprometiese a reabrir el caso, ya cerrado ahora. La familia siempre sostuvo que lo ocurrido no había sido un robo sino un asesinato, dado que se aseguraron de que la víctima no sobreviviera a los disparos al asestarle un tiro en la cabeza. Ni tan siquiera la declaración de un motorista que vio como un vehículo abandonaba la escena del crimen sirvió para arrojar luz a un caso que en 2019 también prescribirá.
Otro crimen que tuvo gran repercusión mediática en Ferrol fue el asesinato del portero de la discoteca Zebra, hoy Velvet, Jesús Rivas en la mañana del 16 de septiembre de 2006. “Suso Pericas”, como era conocido el vigilante de seguridad entre sus allegados, recibió un brutal golpe con un madero cuando se dirigía en moto a su casa al cierre de la sala de baile. El impacto, cuya fuerza se multiplicó al circular en la motocicleta, fue tan brutal que murió en el acto a los 49 años de edad. Aunque inicialmente se detuvo a un inmigrante brasileño como principal sospechoso, este fue puesto en libertad por falta de pruebas a los pocos días. Durante la investigación, que fue archivada en 2007, la familia de Suso solicitó en reiteradas ocasiones que se dotara de más medios al equipo que se ocupaba del caso y que se abriesen nuevas vías de trabajo. Desde que este se abrió, la hipótesis del ajuste de cuentas es la que más peso tuvo en el proceso, ya que se sabía que el vigilante había sido amenazado de muerte a través de unas pintadas en su centro de trabajo. Finalmente, las contradicciones en las que incurrieron los testigos durante el proceso paralizaron las diligencias y, a día de hoy, nada se sabe tampoco de este caso que acabó con la vida del portero de la conocida discoteca ferrolana.
De nuevo en Ferrol, en agosto de 2009, se produjo otro crimen del que también se libró el asesino. En este caso la víctima era un indigente de 40 años, José Romero, que dormía en su colchón en la parte trasera del Centro Cultural Carvalho Calero. Un vecino que pasaba por el lugar halló el cuerpo del hombre herido pero los servicios de emergencia ya nada pudieron hacer por su vida. Las pesquisas que se siguieron entonces para tratar de resolver este nuevo asesinato no concluyeron nada positivo y, a día de hoy, se desconoce la autoría del mismo. Los investigadores del caso sostenían como principal hipótesis que la muerte de José Romero había sido fruto, muy probablemente, de una pelea entre indigentes.

La comarca suma cinco crímenes sin resolver en los últimos 25 años

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