La calle San Francisco de Ferrol, lista para su apertura tras un largo periplo

Una calzada de hormigón, libre de profundos hundimientos, con una fila de adoquines central. Aceras que no solo permiten el paso de una persona, sino que se han ampliado hasta duplicar su ancho. Papeleras y depósitos para bolsas de excrementos de perros. Luces en catenaria que atraviesan la calle. Plataforma única para vehículos y peatones diferenciados por el tipo de firme. Eliminación de aparcamientos para dar amplitud a la calle y permitir que puedan convivir coches y viandantes con suficiente espacio. Diferenciación de espacios simbólicos como la casa natal de Carvalho Calero o el entorno de la iglesia castrense de San Francisco. Todo esto es lo que puede verse ya en el vial que sirve de unión a dos emblemáticos barrios: el de Ferrol Vello y el de A Magdalena.

La obra de la calle San Francisco, iniciada en febrero de hace ahora un año, está concluida al completo, con sus conexiones de servicios y lista para su uso. El derribo del edificio número 4 de este vial –hubo que tirar dos plantas, pero conservar el resto del inmueble– que comenzó hace unos meses para que la obra de la calle pudiese efectuarse en esa zona, fue retomada posteriormente y ha concluido esta misma semana. Ahora, solo resta la apertura al tráfico y esperar que tanto coches como peatones sean capaces de convivir en una calle de plataforma única, en la que los vehículos deben saber  que la velocidad está fijada –con señal correspondiente– a 20 kilómetros por hora, que no deben invadir la zona de losas, dedicada a los peatones, y, sobre todo, que no se puede estacionar en los laterales, para facilitar el tránsito de personas.

Atrás queda un año complicado para los residentes de la zona y para los establecimientos, especialmente de hostelería, de esta calle. Las obras fueron paralizadas poco tiempo después de empezar por el hallazgo de restos arqueológicos en el entorno de la Praza Vella. Tras los análisis pertinentes, se determinó su antigüedad y la posibilidad de que sean los restos de la antigua muralla medieval de la ciudad. 

Frente a la apuesta de conservación de algunos, el ejecutivo –se produjo un cambio de gobierno durante el proceso– optó por el enterramiento y la conservación bajo tierra. Así se dio un impulso a las obras, que tuvieron que enfrentarse también al problema con el inmueble del último tramo que retardó la conclusión de la actuación. l