El cachorro Nala ayuda en las terapias para personas con Alzheimer

El cachorro Nala ayuda en las terapias para personas  con Alzheimer
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Un labrador de cinco meses, Nala, se ha convertido en un terapeuta más en el centro de día que AFAL gestiona en la antigua Casa del Mar. Allí, cada semana recibe pacientemente los mimos de los mayores que acuden al centro, desde sus cepillados y perfumes hasta los juegos y premios a base de comida que le ofrecen los mayores, guiados por Rebeca Freire.
En una luminosa sala, Nala se sienta en una mesa para que lo cepillen, lo vistan con su peto de AFAL, lo acicalen con perfumes y pasen un rato de juegos, lanzándole una pelota o dándole comida. Es un momento –en torno a 45 minutos– en el que ningún usuario se despista. Todos atentos a las simpáticas actuaciones del cachorro, que se muestra en todo momento muy cariñoso con los usuarios del centro de Alzheimer de la red pública.
La actividad, como explica la coordinadora del centro, Noelia Ríos, es una alternativas terapéutica que emplea al animal, en este caso un perro labrador, como agente motivador para los mayores. Así, a la terapia con caballos e incluso con la cría de gusanos de seda se une ahora la de perros, con un cachorro que irá creciendo en contacto con estas personas, enfermas de Alzheimer. La motivación es evidente en el transcurso de la sesión y las preguntas y los comentarios sobre experiencias que les vienen a la mente fluyen por parte de los mayores. 
Han conocido a Nala en una primera sesión, a través de imágenes, y ayer comenzaron su contacto con  el cachorro, algo, que, según indica la coordinadora del centro, se ve que es beneficioso tanto para personas en un estado inicial de la enfermedad como avanzado. Y es que se desarrolla no solo el aspecto cognitivo –llevan a cabo órdenes al animal–, sino también el físico –lanzan la pelota u otros juguetes– y emocional –porque el usuario aumenta su autoestima–.
La apatía que puede aparecer en algunos momentos en el paciente queda apartada con la llegada de Nala e incluso se activa la reminiscencia, pues algunos mayores recuerdan si han tenido animales o si algún hijo o nieto tiene mascotas en sus casas.
Lo que parece a simple vista una visita de un perro a los enfermos se convierte en toda una clase que despierta los sentidos, incluso las caricias y cepillados –que fomentan el tacto–, y el perfume que le aplican –potenciando el sentido del olfato, tiene su función en esta terapia, que se está revelando muy exitosa, como ya lo han hecho otras como la equinoterapia o la sedaterapia.
La directora del centro, Milagros Prieto, valoró las actividades asistidas con animales y señaló que en las próximas semanas se trasladarán al local de AFAL en Río Castro.

El cachorro Nala ayuda en las terapias para personas con Alzheimer

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