El racinguismo dio la talla en una tarde para olvidar

El racinguismo dio la talla en una tarde para olvidar

Habitualmente instalado en un estado de letargo y contención, el racinguismo lleva en su ADN desperezarse para las grandes citas y la de ayer lo era. Con el ascenso a Segunda como hilo conductor y un histórico del fútbol español como el Cádiz en A Malata, los dos mil incondicionales que habitualmente pueblan las gradas del coliseo ferrolano se convirtieron por ese arte de magia que a veces rodea el fútbol en nueve mil fieles seguidores. Porque ayer el Racing contó con un apoyo inusitado en una jornada de fiesta que, desgraciadamente, acabó en drama. 
Banderas, pañuelos, gorros, camisetas... todo fue verde en una Malata que recibió a su equipo enfervorecida y con tres espectaculares banderas en el siempre animado fondo sur. “Abran paso”, rezaban las telas desplegadas en una grada que no desfalleció ni cuando Álvaro García y Salvi asestaron dos zarpazos que aniquilaban casi por completo las posibilidades de que el Racing superase la eliminatoria. 
Una minoría de pesimistas decidieron irse del estadio ya al descanso, pero el grueso de la afición siguió animando a su equipo en pos de un milagro que el tanto marcado por Joselu alimentó. Fue un pírrico bocado que llevarse a la boca, insuficiente para revivir el agónico sueño de una afición que, a pesar del disgusto, agradeció a los suyos el esfuerzo realizado a lo largo de los noventa minutos. 
Una activa facción quiso prolongar esa despedida acompañando a los futbolistas en su salida del campo. Vítores y aplausos para la mayoría, pero también mucha frustración canalizada de forma inapropiada hacia Kike Márquez y Rubén Díaz. Que el último de ellos abandonase el estadio portando una camiseta del club amarillo fue el detonante de un cruce de improperios que, al final, desencadenaron en una reprobable agresión a este último por parte de un pequeño colectivo. Solo la intervención de otros seguidores verdes impidieron que el incidente fuese a más, aunque el jugador acabó con algunos cortes en sus manos. 
Una acción que enturbió la fiesta de un racinguismo llamado a resurgir por otro camino... pero será en otra temporada.

El racinguismo dio la talla en una tarde para olvidar

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