“El baloncesto es para mí una forma de vida”

“El baloncesto es para mí una forma de vida”
David Mouriz pasa unos días en la comarca antes de regresar a Bilbao Jorge Meis

 

Con quince años y poco después de que un accidente de tráfico hiciese de la silla de ruedas su compañera inseparable, David Mouriz (Narón, 1982) hizo del baloncesto su forma de vida. No fue una decisión consciente ni grandilocuente, sino más bien un ir abriendo puertas sin demasiado ruido que lo fueron encaminando hacia un futuro profesional en torno a una canasta. Veinte años después de aquello y con una sólida carrera a sus espaldas, el naronés encontró el premio máximo a todo su esfuerzo y sacrificio con la medalla de plata que, como miembro de la selección nacional de baloncesto, se colgó en los últimos Juegos Paralímpicos de Río. Ya en Narón, y con apenas una semana para disfrutar de los suyos antes de volver a los entrenamientos con el Bidaideak Bilbao, Mouriz hace balance de lo que ha sido un último mes de ensueño.

- ¿Le ha dado tiempo ya a disfrutar de la medalla de plata que consiguieron en Río?
- Todavía no mucho. Tras llegar de Río nos hemos pasado dos días atendiendo los compromisos que teníamos con los patrocinadores y en las instituciones. Ahora llegó el momento de descansar, pero no mucho, porque en diez días vuelvo al trabajo en Bilbao.

- ¿Cómo ha vivido el equipo este gran éxito para el baloncesto en silla español?
- Nuestra idea era pelear por una medalla. No sé si llegar a una final, porque había equipos muy potentes, pero al menos intentarlo. Así que es para estar supercontentos. Es cierto que de momento pensamos que hemos perdido el oro, pero estoy seguro que con el tiempo nos daremos cuenta de que hemos ganado una plata.

- ¿Cuándo fueron verdaderamene conscientes de que podrían subir al podio?
- Creo que el éxito de este equipo estuvo, precisamente, en que no asumimos nunca nada. Creíamos en el grupo, en la manera de trabajar y de jugar al baloncesto y eso se notó en los partidos importantes: con Alemania en cuartos, cuando ganamos a Australia o a Gran Bretaña, a la que nunca habíamos derrotado en partido oficial. Vas ganando y ganando y vas creyendo que vas haciendo bien las cosas y al final te ves ahí, en la final.

- Trabajo y confianza. Ingredientes que nunca fallan.
- En la selección hay varios jugadores que ya fueron finalistas en el Mundial junior de 2009, precisamente contra la selección americana. Después estamos otro grupo que somos un poco más veteranos. Al final es también un tema de generación y de seguir trabajando bien. Ver que lo que estás haciendo desde abajo funciona y acaba poniéndote en la final. Eso y el ambiente, porque somos como doce amigos que íbamos a jugar al basket y nos lo pasábamos bien.
-¿Qué supone para su disciplina un éxito de este calibre?
- Es un deporte del que estamos enamorados y queremos lo mejor para él, porque nosotros lo dejaremos y vendrá gente detrás y lo que queremos es que sigan disfrutando y que en ciudades como en Ferrol o Bilbao vayan doscientas personas a los partidos a vernos.

Carrera
- A nivel personal ¿cómo ha vivido esta segunda experiencia en unos Juegos Paralímpicos tras Londres 2012?
- Es cierto que se vive de otra manera. Cuando damos la vuelta a Maracaná en la ceremonia de inauguración lo viví de forma diferente, disfruté más. La priemra vez estaba en una nube. Ahora disfrutas de tus compañeros, de la gente, del ambiente... Y en la cancha pasa lo mismo. Estás más tranquilo. La experiencia es lo que te da, que te hace disfrutar de lo que haces, de lo que te gusta, sin más.

- Deportivamente, ¿lo ve como el punto álgido en su carrera?
- La verdad es que salí de la final con mal sabor de boca, porque no “aparecí”, y cuando no puedes ayudar al equipo te sabe mal. Pero por mi parte el torneo, en general, ha sido correcto, sobre todo contando con que en el Europeo lo había pasado muy mal. Mi mentalidad y la de todos era la de ayudar al equipo

- Cuando comenzó su carrera, ¿pensó alguna vez que podría dar tanto de sí?
- Sinceramente, sí, porque soy muy ambicioso. Es más, acabo de bajar del avión y solo pienso en que quiero seguir jugando, ser competitivo, llegar a Tokio y volver a ganar una medalla. Soy competitivo, es algo que me inculcó mi padre, sobre todo después de que tuve el accidente. Me enseñó a pelearlo todo, a querer hacerlo perfecto, a intentar y querer ser el mejor en todo lo que hago. Nunca me planteé ser profesional, pero las cosas van viniendo, vas tomando decisiones y te van encauzando. Desde que con quince años me iba a jugar todos los fines de semana a Vigo hasta ahora. Para nosotros es un estilo de vida. Vivimos para el baloncesto.

- ¿Compensa esta medalla todos los sacrificios que tiene que hacer un deportista para llegar a su nivel?
- Compensa. Miro atrás y veo horas de gimnasio, de pista... horas que le sacas a la familia y amigos. Y te ves ahí sentado, con tu medalla pegada al pecho y piensas “por fin lo he logrado, algo por lo que he luchado tanto”.
- A medio plazo, su vida deportiva pasa por Bilbao pero, ¿se ha marcado nuevos objetivos?
- Sí, tengo contrato y estoy muy contento. Nos tratan muy bien y estamos asentados allí. Con la selección, ¡fíjate cómo es este grupo! que ya hablamos en la villa olímpica de que el año que viene queremos ser campeones de Europa. Vas creciendo y vas viendo que el techo cada vez está más arriba. Somos un grupo ambicioso y, si nos respetan las lesiones, queremos estar en ese Europeo de Tenerife. Si somos subcampeones paralímpicos, no podemos ser otra cosa más que campeones de Europa.

- ¿El hecho de que estemos hablando de un deporte adaptado supone una responsabilidad extra para ustedes por este éxito?
- Yo me veo como un deportista. Sin más. Porque, al fin y al cabo, independientemente de estar en una silla, son muchas horas y muchos momentos dedicados al deporte. Pero si el simple hecho de haber llegado a una final nos da más repercusión y sirve para que un niño discapacitado que está en su casa sin hacer nada decida practicar un deporte, nos sentiremos más orgullosos, porque lo que nosotros que queremos es normalidad en nuestra vida.

“El baloncesto es para mí una forma de vida”

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