El ascenso logrado el pasado viernes por O Parrulo Ferrol a Primera División tiene muchos protagonistas, pero hay dos que tienen una relevancia especial. Ellos son Gerard Casas (Barcelona) y Pol Cuairan (Barcelona). Ambos, junto con Ángel Padín, son la cabeza visible de este proyecto. Llegaron con el objetivo de mantener la categoría, pero a base de trabajo, esfuerzo y crear un ambiente idílico, superaron todos los obstáculos que tuvieron por el camino.
¿Qué tal la resaca?
Gerard Casas: Es más emocional que física. Tenemos la sensación de que han pasado millones de días. La celebración ha sido muy intensa (ríe). La felicidad del equipo es enorme y es difícil de explicar. Somos poco conscientes de lo que hemos conseguido. Cuando vayan pasando los días nos daremos cuenta.
Pol Cuairan: Es una resaca de felicidad. Como dijo Gerard, más emocional que física. Es una felicidad extrema sin ser conscientes del hito que se ha conseguido, sobretodo por el inicio de temporada que hubo y por lo que habíamos venido. Las resacas son buenas (ríe).
Al principio de la temporada era un poco utópico.
P.C.: Me acuerdo de cuando estábamos en Lugo, porque si perdíamos ese partido, me iba de vacaciones en diciembre e igual ni volvía porque estábamos en descenso. Quién nos iba a decir que seis meses después ascenderíamos.
G.C.: Yo el día que conocí a los jugadores les dije que quería ser campeón de liga. Que el club nos ponía cero presión, ya que sólo querían salvarse. También querían jugar con un equipo joven, consolidar al vestuario y que en dos o tres años, luchar por estar en puestos de playoffs. En mi cabeza siempre estuvo esa opción, pero hubo un momento a mitad de temporada que me parecía imposible. Hasta febrero o marzo era impensable. Después de los amistosos que jugamos en pretemporada, muchos nos ponían en las quinielas para descender y mira ahora, que ascendimos.
Cuando pasen unos días nos daremos cuenta de lo que hemos conseguido (Gerard Casas)
¿En qué momento empezaron a creer que era posible?
P.C.: No lo llegamos a hablar, pero los dos pensábamos lo mismo. Si ganábamos en Levante y nos metíamos en playoff, subíamos. La gente pensaba que no íbamos a ganar en Levante. Empezamos perdiendo y le dimos la vuelta, ahí nos miramos y dijimos que si nos clasificábamos, subíamos. Ese día fue el que pensábamos que lo íbamos a lograr.
G.C.: Estuvimos muy cerca de no jugar el playoff, aún haciendo una segunda vuelta muy buena. Yendo a la casa de un rival directo, lo normal era perder. Nos pusimos dos veces por debajo y estuvimos cerca de no jugarlo, pero en el momento en el que lo hicimos, todos creímos. En el primer entrenamiento tras ese partido les dije a los jugadores que nadie nos ponían en las quinielas, pero una vez ahí teníamos que ganar. Todo el mundo nos decía que era un premio, pero les dije que había que ir a ganar.
¿Hubo que convencer al vestuario?
P.C.: A todos les sorprendería lo ambicioso que es el vestuario. Sorprende por lo jóvenes que son, pero tienen mucha ambición. Cuando les dijimos que podíamos subir, se lo creyeron. Se convencieron solos.
G.C.: Para conseguir un sueño, hay que creer que es posible. Así como el primer día de pretemporada, pensaban que estaba loco, todos notaron a lo largo de la temporada que íbamos en línea ascendente. La idea fue ser exigentes. Creo que es un error ir a jugar una final y decir que ya hemos ganado. Cuando te juegas la vida, te hace dar más. Ellos se convencieron solos desde el día uno. Hubo que darles un pequeño empujón y ya está.
Tener dos capitanes como Iván Rumbo y Rubén Orzáez también ayudó.
P.C.: Dentro del cuerpo técnico estamos Gerard, Ángel (Padín) y yo, pero una parte fueron los capitanes. Contábamos con ellos en las reuniones. Han sido una parte fundamental. Es nuestra primera temporada en un equipo profesional en España y tener unos capitanes como ellos ha sido vital.
G.C.: Yo les llamé desde Malasia. Cuando hablé con Rubén y con Rumbo vi que me lo iban a poner muy fácil. Quería pedirles ayuda al llegar. Su predisposición fue espectacular. Me emociona decir eso porque son dos personas que tenían una espina clavada muy grande. Nunca debieron de abandonar la Primera División y han estado muy cerca de regresar varias veces. Tuve la sensación durante el año que ellos tenían un trauma que les empujaba. Son los más veteranos, junto con Víctor (Montes), y son los que entrenan mejor. Son los que juegan más minutos y luego llegan el lunes y entrenan mejor que nadie. Para nosotros es imposible imaginarnos unos capitanes mejores que ellos. Lo merecen más que nadie.
Cuando les dijimos que se podía subir, se lo creyeron. Se convencieron solos (Pol Cuairan)
Entre todos, lograron formar una familia.
P.C.: Esa es la clave del éxito de este equipo. Cuando la gente me pregunta como hemos podido conseguir este hito, yo les digo que somos más que un equipo. No son conscientes del buen ambiente. Cuando las cosas iban mal dadas, seguían haciendo lo mismo que ahora.
G.C.: Estuvimos en zona de descenso muchas semanas y el ambiente y la calidad del trabajo era la misma. Cuando se gana es fácil, pero cuando se pierde es complicado y era todo igual. El ambiente fue el mismo todo el año. La unión del vestuario es muy grande. Tiene mucho mérito.
Antes mencionaron el partido del Lugo, también el del Levante e incluso el del pasado viernes en Málaga, pero ¿cuál fue el encuentro en el que más nerviosos estuvieron porque se les escapaba el proyecto?
P.C.: Para mí, la clave fue ante el Leganés. Allí hubo una charla en la media parte que hizo Gerard que las cosas fueron muy serias. No sabemos cómo, pero expulsan a Gerard y a Rumbo, estamos con uno menos, perdiendo y se remontó. Haberlo hecho fue lo que levantó todo.
G.C.: De cambio de dinámica, sí que fue ese día. Si perdíamos estábamos en un pozo deportivamente, pero no creo que hubiese un día así como tal. La clave es el día a día durante toda la temporada. Todo el trabajo que hicieron en los entrenamientos, las horas de vídeo... Ese día de Leganés, a nivel deportivo, cambió todo porque llevábamos muchos partidos mereciendo ganar y no consiguiéndolo, y ese que estábamos peor, ganamos. Se dieron cuenta de que luchando, se consiguen las cosas.
¿Cuántas horas le dedicaron a todos los encuentros?
P.C.: Durante la temporada es incalculable, pero muchas más de la que la gente se pueda imaginar. Para Málaga fue un “non stop” de tres días. Además, tenemos una anécdota y es que yo estaba haciendo el ‘scouting’ de Alzira (ríe). Alzira ganó el primer partido y me puse a hacerlo. Lo tenía hecho y me llamó Gerard y me dijo que no servía para nada (ríe).
G.C.: Son muchas horas, no sólo para el Málaga, sino en general. En tres días había que hacer lo mismo que en dos semanas. Seguramente mi pareja se acordará más de esos días que yo (ríe).
Todos nos decían que jugar la final era un premio, pero había que ir a ganar (Gerard Casas)
¿Cuánto tiempo van a ser capaces de desconectar?
G.C.: Cero. Dos semanas antes de ascender empezamos a hablar con jugadores y representantes por si se daba la situación de ascender a Primera. La plantilla para Segunda ya estaba cerrada. Iba a ser un verano tranquilo. Cuando vimos que había posibilidades, había que prepararnos. A los cinco minutos de subir le dije a Pol que teníamos un marrón de la hostia y que había que currar como hijos de puta. Estoy trabajando como un desgraciado (ríe).
P.C.: Yo me quería ir el lunes y hasta el sábado no me puedo ir. Y desde casa, estaremos 24/7 hablando por teléfono o por whatsapp.
Tener unos capitanes como Rubén y Rumbo ha sido una ayuda vital (Pol Cuairan)
Escuchándoles hablar, se confirma que van a seguir en O Parrulo Ferrol.
P.C.: No sé quién tuvo dudas (ríe). Creo que por parte del club no había dudas de nuestra continuidad. Desde aquí también quiero acordarme de Ángel, que es una parte fundamental. Tiene un aspecto diferente al nuestro, pero es igual de importante. No ha habido ninguna lesión grave, quitando la de Manu (Aguayo), en toda la temporada y gran parte es por su trabajo. Me va a tocar aguantar un año más en Ferrol, pero muy a gusto (ríe).
G.C.: Imagino que sí. No te digo que sí seguro por si luego pasa algo. No nos hemos sentado con el club. Yo ya he estado trabajando para la temporada que viene.
“No quería a nadie que me diga a todo que sí” |
Los dos entrenadores de O Parrulo se conocen desde hace muchos años, cuando Pol todavía jugaba y Gerard daba sus primeros pasos en los banquillos.
¿Cómo se conocieron?
Pol Cuairan: Fui un auténtico desgraciado como jugador suyo (ríe). Lo asumo, pero era un cabrón fiel. Si estás conmigo, voy a muerte. Nunca haría nada malo a un primer entrenador. Para mí va antes la persona que el trabajo.
En O Parrulo se reencontraron.
P.C.: Cuando me llamó, me costó decidirme. Tuve muchas dudas, pero le dije que sí. Si en enero le hubiesen echado yo, sin ningún tipo de duda, me hubiese ido.
Ambos mencionan mucho a Ángel. ¿Qué papel tiene?
P.C.: Es una parte fundamental. Tampoco lo conocía antes de venir y ha sido un descubrimiento. |