Ferreiro llega al ecuador de un mandato marcado por las críticas y la parálisis

Ferreiro llega al ecuador de un mandato marcado por las críticas y la parálisis
Xulio Ferreiro, rodeado por el resto de concejales de la Marea Atlántica durante una rueda de prensa

Xulio Ferreiro alcanza el ecuador de su mandato como alcalde tras dos años –el miércoles se cumple el segundo aniversario de la celebración de las municipales en las que venció la Marea– en los que el rechazo a alcanzar acuerdos con la oposición a pesar de gobernar en minoría, los desencuentros con otras administraciones, perder una cuestión de confianza y las protestas de colectivos ciudadanos por el estado de la ciudad en diversos aspectos fueron algunas de las notas predominantes.
La Marea fue la segunda fuerza más votada hace dos años pero el apoyo del BNG y del PSOE les puso al frente de María Pita. Su principal respaldo debería ser la formación socialista, pero los desencuentros han sido más que las veces en las que hubo consenso. Así, en minoría y queriendo gestionar los asuntos en solitario, se toparon cada poco con negativas de la oposición, que le reclama que dialogue antes de buscar enfrentamientos a posteriori.
Con el PP, la relación desde el principio fue inexistente y así sigue, con la formación de Rosa Gallego encabezando las críticas por la falta de gestión, de transparencia y de capacidad para resolver problemas del Gobierno local.
Todo esto, unido a los tiempos utilizados por la Marea, hicieron que tanto este año como el pasado el presupuesto de la ciudad no estuviese aprobado hasta mayo y el actual aún no entró en funcionamiento. Además, a principios del pasado febrero Ferreiro recurrió a vincular las cuentas a una cuestión de confianza tras romper abruptamente las negociaciones con el PSOE, que junto al PP retiraron la confianza al regidor, quien salvó la situación al no articularse una moción de censura
En cuanto a las medidas desarrolladas desde las diferentes concejalías, la balanza se inclina hacia los conflictos en detrimento de los proyectos. Así, Regeneración Urbana recibió críticas desde diversos sectores por la parálisis en la concesión de licencias y los dueños de viviendas en el Ofimático siguen sin poder entrar en sus casas. Mientras, Empleo y Economía Social apenas inició proyectos para luchar contra los datos de desempleo, peores actualmente que a la llegada de la Marea al poder. Además, los mercados casi no recibieron mejoras durante este tiempo.
Justicia Social es una de las concejalías que más críticas ha recibido. La renta social, uno de los proyectos estrella del mandato, cuenta con poco más de medio centenar de beneficiarios después de ser implantada a principios del pasado mes de octubre. Además, un buen número de trabajadoras sociales están de baja actualmente y una presentó una queja ante su colegio profesional por el “clima de crispación” y el “maltrato institucional” que considera que sufre.
El área de Participación también se caracteriza por acumular críticas tanto de colectivos vecinales como de la oposición. Las iniciativas puestas en marcha apenas cuentan con respuesta y algunas como el “Dillo ti” fueron calificadas como mítines organizados con dinero público.
Finalmente, el área de movilidad es una de las dianas preferidas de la oposición ya que todavía no se realizó ninguna actuación relevante y tampoco tiene trazas de hacerlo en un futuro cercano.

Polémicas
En estos dos años, el Gobierno de la Marea también se vio envuelto en polémicas, como la provocada por el jefe de gabinete del alcalde, Iago Martínez, quien calificó de “orcos” a ediles de la corporación y a funcionarios.
Por otra parte, estos últimos 24 meses de la Marea al frente han estado marcados por las quejas de colectivos vecinales debido a problemas de inseguridad, como los aumentos de robos en viviendas y negocios, o del consumo y venta de drogas en diversos puntos de la ciudad.
No le han ido mucho mejor las cosas a la Marea Atlántica en el trato con otras administraciones como el Gobierno central o el autonómico. La nota predominante con ambas fue la falta de colaboración y las acusaciones de que no buscaban el bien de la ciudad en lugar de presentar posturas más conciliadoras en proyectos como la reforma de Alfonso Molina o el mercado de Santa Lucía. l

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